Manuel Verdeja "Canta" y Manuel Gómez "Nelucu" a su paso por Vidiago.
Transportes Canta, viajes en carretillo
Ángel Verdeja, «Canta», demostró ayer que no le asustan los desafios.
Se propuso llevar a un amigo en carretülo desde Siejo hasta Llanes. Calzó sus chlrucas y lo hizo. Treinta y seis interminables kilómetros. Siete horas y media de viaje., Este parado de 49 años, vecino de Panes, entró en Llanes entre los vítores y los aplausos de un buen número de .
vecinos que no quisieron perderse la culminación de esta proeza.
Ángel Verdeja, un parado de 49 años, llevó 36 kilómetros, de Panes a Llanes, en el «gran turismo de albañil», a un amigo por un desafío y para pedir, con su proeza, un trabajo.
-A que te llevo en carretillo desde Siejo hasta Llanes.
-Pero qué dices, si hay 36 kilómetros de distancia.
-Que te digo que te carreto y te carreto, mecagíien tal.
Dicho y hecho. Ángel Verdeja, «Canta», es un tío grande. Tiene los brazos como vigas y cuando se le mete una cosa entre ceja y coja, va y la hace. Sin más. Ayer vivió su gran aventura. Calzó sus chirucas asturianas y salió de Siejo, junto a la villa de Panes, empujando un carretillo en el que iba montado un amigo. Partió del bar La Cortina mientras sonaba una salva de voladores en su honor. Eran las ocho y cinco de la mañana. El desafío del siglo comenzaba.
Canta lo tenía todo programado. Siete paradas para repostar y ... a devorar kilómetros. Pero esta curiosa historia se gestó hace ya unos días. Estaba Canta con unos amigos, celebrando que era lunes, cuando uno de ellos, Fernando Cuesta. “Rey”, dijo que tenía que subir a Abándames, un pueblo cercano. Que si te llevo en coche, que si voy andando... El caso es que a Canta se le ocurrió decir: «A que te subo en carretillu». Que sí, que no, cogieron el carretillo y Canta cumplió su promesa.
No contento con ello. Canta, ya en Abándames, fue aún más lejos y aseguró a su amigo que era capaz de llevarle hasta Llanes. Eran ya palabras mayores, y “Rey” le miro de reojo, como diciéndole que estaba «desbabayando». Lo de siempre: que sí, que no... y desafío en marcha.
La apuesta, sin dinero por medio, corrió de boca en boca por toda la comarca, e incluso se desplegaron carteles: «Primer carretillon Siejo-Llanes», decían les escritos. Piloto oficial («carretilleru»): Ángel Verdeja, «Canta». Copiloto oficial (carga): Fernando Cuesta, «Rey». Copiloto reserva («bultu»): Manuel Gómez. «Nelucu». Incluso el recorrido figuraba en los anuncios.
Rey se echó atrás a última hora. Pero Canta no estaba dispuesto a que se dudara de su potencia y echó mano del copiloto reserva. Nelucu. Pues bien, a las ocho y cinco de la mañana se ponía en marcha la carretilla con Nelucu cómodamente senado en un asiento de madera, que había acoplado al singular medio de transporte Germán, el carpintero, más conocido como «Pamplinas».
La primera parada se hizo en Buelles, en el bar Casa Echave. Allí, el dueño del establecimiento se dio cuenta de que faltaba algo: una bandera del Sporting.
Y les regaló la enseña. Mientras Canta tragaba agua con azúcar y media copita de orujo para recuperar, Nelucu se metía un buen lingotazo etílico para entonarse. Reanudada la carrera, «carretilleru» y «bultu» pararon luego en Molleda. Nelucu requería combustible. Siguieron luego hasta El Puerto, en Bustio. Canta pidió una cerveza y más agua; Nelucu, más alcohol. La Parrilla de La Franca aguardaba a los atletas, que devoraban kilómetros como si tal cosa. Canta, pese al esfuerzo, parecía cada vez más fresco, y Nelucu cada vez más despatarrado en el carretillo. El que hacía de carga, cada vez más cargado, quiso abrir un paraguas para protegerse del «orbayu», pero Canta se lo prohibió porque le quitaba visibilidad. La anécdota de la jornada: en Santiuste, el «carretillu» fue detenido por la Guardia Civil de Tráfico, tal vez por exceso de velocidad. Como estaba claro quién conducía, no hubo control de alcoholemia. Breves explicaciones y los agentes quisieron inmortalizarse mediante una foto con aquellos chalados y su loco cacharro.
A Canta sólo le molestaba el humo del puro de Nelucu. Parecía una chimenea. La etapa siguiente llevaba a El Paso, en Buelna, ya en el concejo de Llanes. Los camioneros los animaban, con sus cláxones. Comida ligera: sopa de pescado y filete con patatas y pimientos. Para beber, vino con gaseosa. Aprovechando que no había control antidopaje, Canta se metió una aspirina en el cuerpo. El dueño del bar se dio cuenta de que les faltaba un banderín del Oviedo.
Y les cedió la enseña. Quedaba cada vez menos, En el hostal de Riegu hubo otro control de avituallamiento. A Nelucu, vecino de Cimiano, le tiraba la vena riojana.
Pararon aún en San Roque, donde al agua de Canta respondio Neiucu con más de lo suyo.
Y entraron en Llanes en olor de multitudes. Varias decenas de llaniscos los esperaban en las calles. Nelucu sostenía en una
mano el banderín del Sporting y en la otra el del Oviedo. Un coche los acompañó desde I,a Arquera. Los aplausos y lo vítores se sucedieron hasta que Canta entró con su carretillo y su carga en el bar Uría, la meta elegida. Ovación de gala.
Canta sudaba, pero en dos minutos ya estaba como nuevo. Eran las cuatro menos veinte de la tarde. Habían tardado siete horas y media en recorrer los 36 kilómetros que separan Siejo y Llanes: ¡A más de cinco kilome-tros por hora! Todo un récord digno de figurar en el «Guiness».
Canta y Nelucu concedían sólo unos minutos después de la proeza una multitudinaria rueda de prensa. «Siempre trabaje en la construcción y estoy acostumbrado al carretillo. No hice ninguna preparación especial», comentaba Canta, que recordaba que el tramo más duro había sido la subida de Santiuste. Nelucu no recordaba nada y agotado, no acertaba a decir su nombre. Tal parecía que él había llevado el carretillu.
Canta, de 49 años, casado y con cuatro hijos, espera que esta demostración de fuerza le proporcione un puesto de trabajo. Y asegura que está dispuesto no ya a repetir la hazaña, sino a llevar a Nelucu hasta Oviedo si se tercia.
Volver, volvieron en coche, pero antes subastaron el «carretillu» por aquello de aprovechar el viaje. «Un fenómeno», comentaba un chaval, este tío es un monstruo.» Sin duda: un Fitipaldi del carretillo.
Publicado en La Nueva España el 16 de Noviembre de 1995
“Viajar en carretillu e bien sencillu”
El 1º Carretillón Síejo-Llanes se celebró a pesar de que no paró de llover durante toda la carrera. Manuel Verdeja cumplió como un campeón e hizo bueno el dicho que asegura que "viajar en carretillu e bien sencillu". A las 8 en punto de la mañana el piloto y la carga se pusieron manos a la carrera y caminaron a buen ritmo, pues hacia el mediodía ya habían recorrido los 19 kilómetros que separan Siejo de Buelna.
El "apoyo moral" y técnico de la competición decidió hacer el camino en coche por aquello de la climatología adversa, pero no paró para animar a los competidores en todos y cada uno de los puestos de avituallamiento.
A su paso por Vidiago ya eran más de una docena los que hacían de-comparsa. Por la calle se les animaba, a pesar de la lluvia persistente y los vehículos que les adelantaban no perdían la ocasión de acompañar con el claxon tan original carrera. Manuel Verdeja -el piloto- y Manuel Gómez -la carga-iban a estas alturas de carrera muy frescos, pero también muy pasados por agua. La "carga" comentó en un aparte que el viaje era tan tranquilo que incluso le daba el sueño.
- ¿Por qué no lleva un paraguas para protegerse del agua?
- Porque dice el piloto que le impido la visibilidad.
El carretillo nuevo flamante respondió en todo momento y no tuvo problema técnico alguno. El lubricante también funcionó como era menester y a eso de las 5 de la tarde del pasado miércoles, piloto, carga y carretillo cruzaban la meta en Llanes bajo una salva de aplausos atronadores.
publicado en El Fielato el 21 de Noviembre de 1995
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