Quería contarles hoy alguna anécdota de las ocurridas en nuestro pueblo de Panes que aún guardan las memorias de los más mayores del lugar. Unos por que las vivieron y otros, como es mi caso, por que las han oído contar.
Ahí está precisamente el secreto de que estas pequeñas y graciosas historias de nuestros pueblos, no se pierdan en el olvido. Son nuestra historia, nuestra pequeña e intima historia y, en consecuencia, un patrimonio casi cultural, que no debe desaparecer. Eso es lo que me anima a conocerlas, a rescatarlas y a escribirlas, fundamentalmente para que la gente más joven sea su depositaria y cumpla con el deber de mantenerlas y trasladarlas a futuras generaciones.
Bien, pues en Panes, existe un barrio por donde, muy posiblemente, comenzó a poblarse la villa. Un barrio cada vez con menos casas habitadas, pero quizá de los mejor situados en el territorio urbano. Hace años, al igual que todo el pueblo, tenía más vecinos, más casas que hoy.
Esta anécdota que les cuento está protagonizada por gentes que allí vivían, en Padrunu. Uno fue Tino, “Corea”, que estaba de criado en casa de Cándido Gómez “Armaño”. Tino, “Corea”, era de Ruenes y se ganó el apodo de “Corea” porque al escuchar las noticias de la radio, mencionaban mucho a Corea que sufría la guerra que acabó con su división por el paralelo 38, dando lugar a las Coreas del norte y del sur. Tino llegó a preguntar a alguien que quien sería aquella Corea de la que tanto hablaba la radio, y de allí le vino el sobrenombre, o mote, con el que todo el mundo le conocíamos.
El otro protagonista de la historia fue “..epe, el de los ..erros”, es decir, José el de los perros. José estaba casado con Santa, “..anta”, dicho así por cierta dificultad que ella tenía en la pronunciación, que le hacía suprimir la primera letra, o sílaba, de algunas palabras: ¡..avales! ¿..isteis or ahí un aballu ancu on una adena arrastrando? Este problema llegó a afectar a su propio marido, a Pepe el de los perros, al que todo el mundo conocía como “epe el de los erros”.
Pues Pepe, según parece, bebía mucho, y cuando el alcohol se le subía, era muy celoso. Hasta el punto de que llegó a creerse que su vecino Corea, tenía algún tipo de relación con su esposa, Santa, y ya en alguna ocasión le había amenazado.
Un día que Corea salía a por unas botellas de sidra para comer, se encontró cara a cara con Pepe que ya a aquellas horas traía una borrachera de medalla.
Al verle venir hacia él, Corea no anduvo en dudas y con las botellas vacías que llevaba en la mano, le asestó un botellazo en la cabeza que dio con Pepe en el suelo y herido.
Como es lógico, todo este tipo de cosas eran informadas por la Guardia Civil y acababan en el juzgado que entonces tenía Panes.
En aquel entonces estaba de Juez en Panes, Don José María (lamento no recordar el apellido) que vivía donde hoy vive Josefa, la viuda de Angelín Sanromán, en el barrio del mismo nombre.
Hubo juicio. Don José Maria de Juez, Isaac Canal de secretario, Corea como acusado y ..epe de agredido y denunciante. Habría testigos, supongo, pero lo desconozco.
El caso es que durante el transcurso del juicio, en el que Corea fue condenado a pagar una multa por la agresión a José el de los perros, el Juez le preguntó si mantenía con la esposa del denunciante algún tipo de relación amorosa o sexual.
Corea, tranquilo, ignorantón, pero muy sereno y con la conciencia muy tranquila le contestó:
- Hombre, Sr. Juez, ¿Qué quiere que le diga…? ¿Usted la ve apetecible…?
Las risas, cuentan, inundaron la sala de vistas y también cuentan que hasta el propio Juez se tuvo que tapar la cara para que no le vieran reír, a la vez que ordenaba el desalojo de las dependencias.
Todos estos personajes ya han muerto. Pasaron por Panes y dejaron su huella. No debemos olvidarnos de ellos.
Alfredo Caballero Sardina
Julio 2008